miércoles, 1 de abril de 2009

¿La anatomia del placer?



Cuando se menciona la sexualidad, en lo primero que pensamos es en ciertas partes de nuestro cuerpo. Pero la sexualidad es la totalidad de nuestro cuerpo y no solamente una parte de él, esas partes llamadas órganos genitales. Cuerpo de varón o cuerpo de mujer que implica lo visible y lo invisible, sus formas. Pero, sobre todo, los significados que ese cuerpo posee para cada uno y para el otro. Un cuerpo que nada tiene que ver con el cuerpo que describen la anatomía y la fisiología. Un cuerpo construido con ideales, modelos y fantasías. Cuerpo de varón y cuerpo de mujer que vive y que está destinado a brindar y a experimentar lo placentero: escenario de los deseos propios y del otro. Algunos están seguros de saber sobre la sexualidad porque conocen la anatomía y la fisiología de la reproducción, la anatomía y la fisiología de los órganos sexuales, porque pueden diferenciar, hasta en las mínimas partes ese cuerpo que, a duras penas, si se distingue del de cualquier otro animal. Pero no, el cuerpo humano es inconfundible y único. Desde luego, se halla provisto de los elementos necesarios para la reproducción. La mujer posee un complejo sistema de elementos que le permiten concebir un hijo, mantenerlo dentro de sí durante nueve meses, darlo a luz y criarlo por un tiempo. Pero para ser madre hace falta mucho más como, por ejemplo, poseer un cuerpo capaz de vibrar, de estremecerse en el contacto con el ser amado. El cuerpo de la mujer y del varón no es exclusivamente físico puesto que posee partes y funciones que pertenecen a otra clase de ordenamientos, por ejemplo, lo culturales. Nuestro cuerpo se hace con palabras, imágenes, modelos y fantasías que le permiten transformarse en el escenario de las experiencias placenteras y gozosas.

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